sábado, 7 de febrero de 2009

El Mundo en que camino...




















¿Qué piensas?

¿En que pienso todo el tiempo? ¿En que piensan los demás? Pregunta frecuente que ronda mi mente.

¿Seré yo la única que se absorbe en sus sueños, que conversa con ellos?
¿Seré yo la única que se pierde entre risas apagadas y lágrimas secas?
¿Seré yo la única que se come enteras las ganas de correr, gritar…vivir?

No, en este mundo no puede ser así.

Caminando por la calle me lo pregunto, y mirando a los ojos de las personas, encuentro mi añorada respuesta.

Si la muchacha de la esquina te sonríe, es porque en sus ojos brilla el saber que aún respira, después de tantas veces que se ahogó entre una almohada y cuatro paredes. Si la señora de a la vuelta le dan alergia las sonrisas, es porque la vida no le supo agradecer como ella hubiera deseado. Si el niño le hace un berrinche a sus papás por el juguete que no le quisieron comprar, es porque su conciencia sólo conoce la felicidad dentro de lo sencillo.

Todos sufrimos en la vida, eso es inevitable, pero todos también reímos alguna vez. Sin dolor, no hay dicha; sin monotonía, no hay diversidad.

Cada persona piensa lo que percibe en su mundo. Cada persona crea un mundo con su pensamiento.

Lo más mágico de todo es cuando esos mundos se unen y crean uno sólo: El que camino todos los días.

Definitivamente no soy la única que juega con sus pensamientos aún cuando sabe que hay cosas más importantes en qué ocupar la mente, pero sí es única la manera que percibo mi mundo. Y me arriesgo a que suene egoísta el decir que es mío este mundo, pero no puede ser egoísta cuando en mi mundo no existe un yo, sino un todos. Y ese todos también eres tú que estás leyendo esto, porque para ti lo escribí.

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