jueves, 20 de mayo de 2010

Perfección en tus brazos encuentro

Llévame al cielo contigo,

quiero ir contigo y regresar,

porque el suelo que piso en el regreso,

será el eterno sueño que atormente mi pesar.

 

Prisionera de tus besos,

¡qué guardianes tan insomnes!

que me invitan al placer.

 

Desnudada ante tus ojos,

¡qué radiantes en las noches!

que prohíben mi descanso.

 

Perseguida incansablemente,

por la sombra del deseo,

de tenerte aquí a mi lado,

tu luz ha de hacerle marchar.

 

Lo perfecto existe

en la perfección de cada quien,

pero lo perfecto en ti no existe,

pues perfección eres en sí.

 

Prisionera, desnudada y perseguida,

¡llévame al cielo enseguida!

pues perfección en tus brazos encuentro

aunque no exista, realmente la encuentro.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Amor de azar: El baile

 “Dancing pairs, painted wings, things i almost remember, and a song someone sings, once upon a december.”

P5190753

Bajé las escaleras poco a poco. Mis zapatillas rosas querían ceder ante la gravedad, pero no las dejé. Postura, era lo único que pensaba en ese instante. Abriría el baile, al lado del rey.

En los barandales y ahí abajo, todas las miradas se dirigían hacia mí. Me viste, radiante, de seguro pensaste que parecía un ángel, lo sabía porque con esa mirada solías decirlo, por eso evité tu mirada, me sentía culpable de estarte engañando. Seguí bajando por el tapete rojo. Ansiosa por comenzar a bailar, dejar a mis pies hacer lo que mejor sabían. Y que las cosas siguieran su curso.

-Mi preciosa flor, mi hermoso regalo de Dios, la única mujer en mi vida, mi razón de existir, baila conmigo esta primer pieza, que será la última que bailes al lado de tu padre.

Con lágrimas en los ojos, el rey extendió su mano y la tomé sin dudar. Por dentro me carcomía lo que estaba a punto de suceder. Deshonra, del más alto rango. Traición, de la más baja. Pero la causa de todas aquellas injurias, sería la felicidad de ellos dos. Eso aliviaba mi alma y todo el dolor en mi porvenir.

Sonreí sin hablar, y comenzó la música, la luz nos seguía a dónde fuéramos a parar y sir William no apartaba su vista de mí. Caras, caras por todos lados, vestidos, glamour, luces, todo lo veía pasar frente a mis ojos, ahora tan lejano, ahora con tanta nostalgia, pues lo que conocía hoy, tal vez no lo conocería al final de la noche, y con el tiempo lo habría de olvidar.

El rey besó mi frente al acabar la pieza, y me entregó a manos del caballero que ansioso esperaba su turno. Mi futuro prometido… Así lo anunció, mientras me entregaba a manos de aquél caballero. Quien se arrodilló ante mí, se me declaró tomando mi mano y yo sin más, asentí después de una alargada pausa.

Sir William, a pesar de tener cerca de 40 años, era apuesto, delgado, alto, de tez morena y cabello negro, pero lo más intrigante eran sus ojos, unos ojos verdes tan penetrantes, con tanto sufrimiento atrapado. Pareciese que habían descubierto la treta, pero me miraban llenos de amor, llenos de ternura. Me repetía a mí misma constantemente: lo amarás, todo saldrá bien y lo amarás, y él también aprenderá a amarte a ti…

Las demás parejas se comenzaron a unir al baile. Venían de todos lados. Él se dirigió a ella, él con su galantería a más no poder, ella con su hermoso vestido rojo y crema, parecía toda una reina, siempre me gustó ese vestido. Los seguí atentamente con la mirada, mientras sir William, susurraba en mi oído, promesas de amor, historias de su tierra y de su inmensa riqueza. Los vi entrar al baile, él le hablaba dulcemente con susurros, para salir al jardín.

Sentí una inmensa felicidad por ellos, una inmensa tristeza por mí, y comencé a llorar abrazada de aquél apuesto caballero. Estaba hecho, ya no podía huir, ya no podía escaparme aunque quisiera… Y éste es el destino que escogí, ser tu princesa, tu esclava… Y hacia allá volaba quien hubiera querido estuviera bailando aquí conmigo, pero ése es su destino, estar a su lado.

-No tienes por qué llorar, mi querida Agnes. Te daré todo lo que desees, tú dímelo y yo te lo entregaré en bandeja de oro. Nuestra vida juntos será un eterno sueño hecho realidad. Verás como el mar te sienta bien, la playa es hermosísima, y cuando llega el ocaso, es el momento más majestuoso, el juego de luces que crea en el horizonte.

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Busqué entre la gente a Mari Ann, no había pensado lo difícil que sería reconocerla entre tantas máscaras, plumas, sombreros, vestidos. Al fin la reconocí, por su vestido rojo, ése se lo había visto puesto a Agnes, confeccionado perfectamente a su medida y exclusivamente para ella, y a Mari Ann siempre le había gustado, no había duda, era ella. Me coloqué tras de ella disimuladamente.

-Se ve radiante, mírala, parece un verdadero ángel caído del cielo… ¿Qué no piensas hablarme Mari Ann?… ¿Ni siquiera me voltearás a ver? Bueno, como prefieras.

Agnes bajó las escaleras, es la mujer más hermosa que jamás he visto en mi vida. Ese disfraz le va a la perfección, es un verdadero ángel. Aunque en sus ojos es donde está la verdadera magia… Esos ojos que me hechizaron desde que era un chiquillo… Se ve algo delgada, ¿será de tristeza?

-Mari Ann, Renata me ha puesto al tanto de tu situación, pero no estoy dispuesto a correr el riesgo de dejarte aquí, menos en manos de la decisión de una corte, tú bien sabes que la crueldad de tu padre no se doblega ni ante su hija.

¿Porqué no querrá hablarme Mari Ann? Se debe sentir muy dolida por haberme ayudado a escapar y que me haya puesto en riesgo de nuevo. No me importa, he venido por ella, y no me iré sin llevármela, por las buenas o por las malas.

“Me complace anunciar que esta señorita frente a mí, hoy se convertirá en la futura esposa de sir William, uniendo nuestro país con la zona costera más rica del continente. Regocíjense, súbditos, celebremos esta eterna unión en el trigésimo séptimo cumpleaños de sir William.”

¡¿Cómo?! Agnes… No, no, no… Bueno, ¿y qué esperanzas tenía yo? Ella es una princesa, yo un fugitivo… ¿Qué futuro tendríamos juntos, huyendo siempre de la ley. Sólo me ganaría la promesa del yugo… Pero aún así, me parte el corazón…

Espero que sus sueños la carcoman, la adelgacen más, hasta que se muera de tristeza en manos de ese viejo… Espero que tenga pesadillas hasta que se vuelva loca de amor por mí…

Bueno, a lo que vengo, me podré lamentar después, la podré maldecir después… Ahora recuerdo porque desprecio tanto la realeza… Mi madre tenía razón…

-¿Me permite esta pieza, señorita?

Sabía que ante este ademán, ella no se resistiría. La saqué a bailar y rápidamente me abrazó. Debió haber querido confortarme. No hay nada por qué consolarme, ella ha escogido ese destino. Yo debiera seguir mi camino…

-Vine a llevarte, Mari Ann. Vámonos, no estás segura aquí. Aprenderé a amarte, lo juro. Agnes ya no es mía, jamás podrá serlo… Escaparemos y nos llevaremos a Aurora, lejos de aquí, en tierra donde ni cielo ni infierno nos alcance. Y en noches de luna llena vendré a vivir con mi madre, solo 7 días me extrañarás. Te prometo que tendremos una vida, como ninguna. Serás campesina, ya no más realeza, seremos libres de viajar a donde queramos, hacer lo que queramos, lo que siempre quisiste. Si no quieres, no muevas tus labios, sólo asiente y en este instante saldremos de aquí, para no volver jamás… Te liberaré…

Asintió.

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-Te enseñaré el abecedario, ya verás, aprenderás a hablar en un dos por tres.

-¡Ay Agnes! Los niños mudos, nunca aprenden a hablar, no pueden.

-Pues yo digo que si Leo sabe escribir, también sabe hablar. Es que su mami nunca le enseñó, eso es lo que pasa. Como vivía en el bosque, no necesitaba hablar con nadie.

-Mmm, bueno, como diga su alteza.

Renata siguió cosiendo el vestido de Agnes. Era azul celeste, con hermosos moños azules en el borde de la falda, un curioso corsé azul con mangas abultadas y encaje en los bordes. Tocaron la puerta, era una mujer de la servidumbre.

-Su alteza, su padre me ha mandado a avisarle que debe bajar a cenar en 20 minutos, dice que habrá una invitada especial.

-Gracias.

La sirvienta cerró la puerta y Agnes comenzó a saltar de alegría.

-¡Es Mari Ann, Renata! ¡Qué bien! ¡Qué bien! ¡Ya llegó!

-Tranquila, Agnes, o harás que el suelo se venga abajo. Esa no es conducta propia de una princesa.

-Lo siento, Renata, pero estoy muy emocionada. ¿Me arreglas por favor?

-Claro, Agnes, y podrás estrenar tu hermoso vestido azul. ¿Que tal quedó?

-Muy lindo, Renata.

“mui lino ane”

-¡Válgame, Dios! Este niño no es mudo.

-¡Te lo dije, Renata! Te lo dije. ¿Qué quieres decir, Leo?

“¡mulinoanes!”

- Dice que el vestido es lindo. No, Leo, es “MUY LINDO, AGNES".

-Muy lino, Agne

-LINDDO

-lindddo. Muy lindo, Agnes.

-¡Ya lo tienes!

-Tengo que decírselo a tu padre, Agnes. Ya vengo, sólo iré a ver cómo van las cosas en la cocina, si me necesitan allá, tendré que mandar a alguien más a que te arregle, lo siento.

-Mmm, está bien, pero me debes dos.

-¿Cuáles dos?

-Pues una por no arreglarme, y la otra ¡por no haberme creído que a Leo le quitaba lo mudo!

-Jajaja. Está bien, te debo dos.

Renata cerró la puerta del cuarto y me quedé a solas con Agnes en el cuarto.

-Bueno, Leo, será mejor que tú también te arregles para bajar a cenar.

-Agnes, lindo.

-Sí, mi vestido es lindo.

-No, Agnes lindo.

Agnes se sonrojó, y le dio un beso en la mejilla mientras le contestaba:

-Tú también eres lindo, Leo. Te quiero, Leo.

-Te quiero, Agnes.

Lo recuerdo tan bien, quisiera poder regresar el tiempo…

martes, 18 de mayo de 2010

Amor de azar: El encuentro

tormenta nocturna

Agua, fuego, tierra, aire:

escuchen las plegarias de este guerrero apasionado.

 

Muerte a la injusticia de la cárcel de los cuerpos,

doblégate naturaleza, déjalo caer donde el alma le pide,

lo que noche tras noche ha rogado con ansias.

 

Deja que el cazador se convierta en cazado,

para que este amor pueda ser consumado.

 

La lluvia caía y tronaba y relampagueaba en el cielo, enfurecido por aquella petición. Tormenta como aquélla noche jamás se había aparecido. Acriógena alzaba su voz y levantaba los brazos al cielo, repitiendo una y otra vez el mismo conjuro, cada vez más alto, mientras la tormenta crecía y crecía.

Cayó un rayo, donde Ebro permanecía acostado, sin fuerzas. Lo levantó en cuatro patas, lo sacudió enormemente, sintió como el poder regresaba, pero era de diferente calibre. Sintió sus uñas alargarse y su vello crecer, su cara se deformó, su cuerpo se deformó. Esto es lo que quería…

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“No puede ser posible, me rehúso a creerlo. ¿Dónde estás? ¿Dónde te has metido? Es sólo un pequeño, no se lo pueden haber llevado. ¿Para qué lo querrían, de qué les serviría?” pensé.

-Ebro, ¿dónde está?

-…No… no pude detenerlos…

-¡No! ¡No me digas eso! Estás sangrando…

-Lana…debes ir por él…si lo descubren…lo quemarán vivo… ¡Déjame aquí! ¡Ve por tu hijo!… Lo llevaron al este…de seguro…se dirigen al pueblo…

Comencé a correr lo más rápido que pude y aún así sentía que no me alcanzaría. Me calaba el frío hasta los huesos y la tormenta comenzaba a cesar, tropezaba constantemente por la dificultad de correr en el lodo, tragué tierra, pero eso no me paró, brincaba troncos caídos por aquí y por allá. Corrí toda la noche, seguí su rastro cuidadosamente y al amanecer los encontré… Pero ya lo habían tocado los rayos del sol…

-¡Eh, despiértate! Mira lo que hemos cazado.

-¿Y de dónde diablos ha salido ese chiquillo?

-Es lo mismo que yo me pregunto. Parece estar muy bien acomodado ahí. Debió haberse atorado mientras intentaba robarnos algo de comer, será mejor desamarrarlo y llevarlo ante el rey.

-¿No deberíamos buscar a su familia?

-Vamos tarde, además la única razón por la que un niño merodee por los alrededores es porque sus padres lo han abandonado o están muertos.

-Tienes razón, la sequía ha dejado huérfanos a muchos niños.

-Y a muchos lobos. Aún me sorprende que hayamos salido vivos de ahí. ¡Tendremos qué comer esta noche!

-Entonces apresúrate.

Al menos está a salvo por ahora, debo sacarlo de ahí antes del ocaso…

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-¡Padre, padre! ¡Han regresado los cazadores!- Sus bucles dorados se agitaban de felicidad al ver regresar a un grupo de valientes caballeros.

-¿Qué es eso que traéis ante mi?

-Un chiquillo abandonado, se atoró entre las cuerdas con que amarramos el botín.

-¿Sabe hablar?

-No ha dicho una palabra en todo el camino.

-Déjenselo a Renata, ella le buscará una familia.

-¡Padre! ¿Puede quedarse con nosotros? Se ve tan desamparado…

-Hija, esto no es un monasterio, no podemos recoger a cualquier niño abandonado que se presente aquí.

-Pero es de mi edad, padre… ¿Acaso no querrías que si me llegaras a faltar, quedara en buenas manos?

El rey parecía un hombre amargado por fuera, pero a leguas se le notaba el gran amor que profesaba a su pequeña… Y al parecer, se le concedía todo lo que deseara.

-Está bien. Puede quedarse en el castillo, pero sólo hasta que alguien lo reclame suyo o le encontremos un hogar.

-¡Qué bien! ¡Qué bien!

La niña de cabellos dorados tomó de la mano a mi niño y se alejó platicándole todo lo que debía saber acerca del castillo. Era un escena tan tierna… hubiera querido que ese fuese el futuro de mi niño, pero estaba tanto en juego.

-Renata es la señorita que ayuda en la cocina, dice mi papá que conoció a mi mami cuando era chica. A ella le encanta jugar conmigo y platicarme historias de mi mami, tienes que conocerla. ¿Que qué le paso a mi mami? Mmmm, pues ella murió cuando yo nací, hace 10 años. ¿Y tu mami dónde está?

Se pararon en medio del camino de piedra, sabía lo que estaba a punto de hacer, volteó a verme, pero para mi suerte no me presentó. Tomó una varita del suelo y escribió en el lodo, lo que la niña repitió en voz alta:

“Mmmmi nnnommmmbbre eeees Leo.”

-¡Qué bonito nombre, Leo! El mío es Agnes. ¿De dónde vienes?

“Ddddel Bbbosssque”

-Sabía de gente que vivía en el bosque, pero nunca había conocido a nadie, no me dejan acercarme ahí. Mi papá dice que los lobos me comerían en un santiamén, me dan mucho miedo. No me gustaría conocer tu casa.

Él seguía borrando y escribiendo como Ebro le había enseñado, mientras ella no paraba de hablar. Entendemos a los humanos, pero no podemos hablar, Leo simplemente aún no había descubierto que él sí tenía esa capacidad.

-¿Que los lobos son buenos? No digas eso, claro que no son buenos, son salvajes. No, no, no. Tú no eres salvaje, tontito. Tú eres un humano, lo único que te hace falta es un buen baño, vamos con Renata, seguro ella se encarga de hacer que parezcas todo un caballero. ¿Cómo que no sabes darte un baño? Bueno, si no te bañas, entonces puede que sí seas salvaje.

Leo pudo haber escapado a mis brazos en ese momento, Agnes estaba de espaldas, pero había algo en su encantadora sonrisa, que lo hechizó y decidió darme la espalda… A pesar de todas las advertencias que le di sobre acercarse a los de su raza, la curiosidad lo alejó de mi, o pudiese haber sido el amor… No lo sé, lo que sí sé es que ese día perdí a mi hijo… Lo perdí para siempre…

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-Acriógena. He venido a que me pagues el favor que me debes.

-Yo no te debo ningún favor. Ya la estoy pagando con tu hijo bastardo.

-Precisamente. Vuélvelo un humano hecho y derecho.

-No puedo, es tarde para ello.

-No es tarde…Por favor, te lo ruego, es lo único que lo salvaría ahora… Si lo descubren… No quiero ni pensarlo… Me lo arrebataste y a mi esposo también, tu deuda jamás será saldada conmigo.

-Yo no te los quité, insolente. Yo te di a tu esposo, quien te dio a tu hijo, quien en primer lugar jamás debió haber existido, yo se los advertí claramente. El hambre de sangre es lo que llevó a los humanos a asesinar a tu esposo, no me vengas a culpar por haberte dado la felicidad. Quienes te la arrebataron están en el pueblo, cúlpalos a ellos. Si torturan y asesinan a tu hijo, bien merecido se lo tiene por ser concepción del mismo diablo.

-¡Del mismo diablo que tú creaste, Acriógena!

-¡Fuera de mi casa! ¡No permitiré que me hables así! ¡Ni aunque quisiera, podría ayudarte! ¡Así que no vuelvas más por aquí!…Comprendo tu desesperación, Lana, pero no puedo jugar con el destino…

-¡Lo sabías! ¡Lo sabías, maldita bruja! ¡Y aún así lo permitiste!

Lana se encontró aullando desesperadamente ante una puerta que no cedería… Era su última esperanza antes de… Tendría que intentarlo por sus propios medios. Agotada, temblando por el frío y el hambre, corrió de regreso al castillo. Es bien sabido, que una madre jamás abandona a su crío, éste no sería el primer caso, a pesar del poco tiempo y la poca esperanza que le quedaban. Se aferró a uñas y dientes a esa poca esperanza… El día había estado nublado, ojalá la noche también se ocultara… Eso le daría algo de tiempo…

lunes, 17 de mayo de 2010

Amor de azar: ¿Fiesta de disfraces, de cumpleaños o de compromiso?

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-No quiero usar ese vestido, ¡ni que me fuera a casar hoy, como para usar un vestido blanco!

El sirviente se alejo con el hermoso vestido blanco de encaje y con la cara llena de indignación. Renata, dama de compañía de Agnes, susurró algo al sirviente, quien no parecía dispuesto a obedecer, pero asintió.

-Su alteza, debe escoger un vestido. Sé que esta situación no le agrada, pero será mejor aceptar la invitación por las buenas y no enfurecer a vuestro padre.

-¡Ay Renata! Pero si yo no quiero ir a esa fiesta, me siento regalo de cumpleaños… Si voy, se formalizará el compromiso y no tendré escapatoria…

-Sir William es rico, apuesto y servicial, además de estar asombrado con su belleza. Jamás le faltará cualquier cosa a su lado. En un corazón que aún no ha sido atrapado, tenga en cuenta que el amor podría estar donde menos lo espera.

-Esta bien, Renata, iré… Pero con la condición de que usted no se me despegue en ningún momento. ¡No quisiera quedarme a solas frente a un viejo que se cree tiene derecho a ponerme las manos encima!

-¡Y no se las pondrá señorita! Al menos queda aún algo de tiempo para la boda…

-Me disculpas un momento, Renata.

Agnes salió de la recámara, a una pequeña sala de estar que atravesó para encontrarse frente a un librero. Lo empujó y caminó por el apretujado pasillo que descubrió, hasta llegar a un área amplia. Comenzó a recoger sus papeles, llenos de dibujos y escritos. Todos eran de su cara, de su cuerpo, de todo lo que la inspiraba a seguir cada día, algunos eran dibujados por él… Lloró amargamente sin parar de recoger. Las lágrimas bañaban todas las hojas que iba apilando sobre su escritorio rosa de madera tallado a mano. Llovía sobre las pastas de sus libros preferidos y lentamente los iba guardando y acomodando uno por uno en los libreros que cubrían completamente los muros.

-¡Dios!¡¿Porqué me has abandonado?!

Gritó desolada mirando al techo pintado por sus sueños, cayó de rodillas y sollozó desde el fondo de su más profunda herida.

Después de un rato se hizo consciente de su cansancio, la hinchazón de sus ojos, se hizo consciente del tiempo… Suspiró y al fin se calmó. Las lágrimas aún corrían veloces por sus mejillas al salir de su pequeño escondrijo. Resignada a enfrentar lo que viniera. Llegó a la recámara y el sirviente había regresado con un vestido rosa claro con bordado dorado, corsé blanco y mangas que caían al hombro y se prolongaban en forma de V. Combinaban perfecto con el antifaz rosa con dorado que traía el sirviente en la mano derecha. Y Renata examinaba unas alas hechas con pluma de ganso e hilo dorado, pensando como podría agarrarlas de la prenda sin dañarla.

-Ese me pondré, gracias.

Le pusieron la larga falda, el corsé blanco con el que amarraron las alas. Se veía divina… Pronto estuvo lista para el baile y bajó las escaleras, donde su padre la esperaba, vestido con capa, corona y demás.

-Mi princesa… Pronto estarás a un paso de ser toda una mujercita…

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-¡Ay Leo! Me asustaste. No puedes estar aquí. Te van a descubrir.

-¿Acaso no me extrañas, no me vas a saludar?

-¡Pues las personas se saludan de frente, no por detrás! ¿Qué vamos a hacer contigo muchacho?

Renata se paró de puntitas y besó suavemente la mejilla de Leo. Era un muchacho apuesto, pero terco e insensato, y a pesar de su condición, Renata no podía evitar sentir cariño por él, era como un hijo para ella. Le recordaba a su juventud con un espíritu libre, aventurero e invencible.

-He vuelto para rescatar a Mari Ann. No te preocupes por mi, la fiesta de disfraces ha sido una gran ventaja, y gracias por dejar mi puerta abierta.

-Siempre lo estará. Te dejaré entrar a la fiesta, pero ni loca que te llevaras a Mari Ann. Su padre ya viene en camino, pronto se harán los arreglos correspondientes para que regrese a su tierra. Agnes ha rogado porque se quedase en la habitación de huéspedes y ambas asistirá esta noche a la fiesta. Puedes platicar con Mari Ann, pero no dejaré que te la lleves, sólo empeorarías las cosas.

-Pero ella es un alma libre como yo, merece algo mejor que estar con su padre sentada en un trono.

-Lo que ella merece es un descanso de ti. ¿Qué no le has provocado ya demasiado sufrimiento? Preferiría que dejases las cosas como están. Esto podría arruinar la paz entera del país y a ti te preocupa que ella regrese a donde debe de estar.

-Pues su paz es la que más me preocupa…

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-¡Oh Agnes! Has estado llorando de nuevo.

-Sí, Mari Ann, pero no te preocupes, ya pasará, todo pasa siempre…

-Bueno, a pesar de ello te ves deslumbrante.

-¡Y tú también lo estarás cuando termine de arreglarte! Ya hablé con mi padre y te dejará asistir a la fiesta conmigo.

-Me encantan los vestidos rojos. Dime que podré usar algo rojo.

-Lo que quiera, su alteza.

-Gracias, su alteza.

Se soltaron riendo y se sentaron al borde de la cama de sábanas de seda. Agnes hizo un ademán a Olivia, quien aseaba la habitación, y ésta salió de la recámara lo más pronto que pudo.

-Mari Ann…

-Sí, dime Agnes.

-Estoy muy preocupada.

-No te angusties Agnes, sir William es un buen hombre y se dice que está perdidamente enamorado de ti, verás como saldrá todo bien. Además, no queda de otra que aceptarlo… Cuando me llegue el día de comprometerme, espero que sea alguien como él: moreno, apuesto y de ojos verdes.

-No, Mari Ann, eso no es lo que me ha estado oprimiendo tanto el corazón…

-¡Oh! Hablas de…

-Es que estoy angustiada por él, que tal si su madre ahora no le acepta y no tiene a dónde ir, sabes que ya está hasta el colmo de él. ¿Y qué tal si trata de entrar al castillo esta noche? Los guardias estarán muy atentos, te lo aseguro, y si las nubes dejan de opacar el cielo… ¿Crees que lo asesinarían?

-Agnes… Tranquilízate… Yo también lo he pensado. Ambas sabemos que lo más seguro es que trate de entrar esta noche, más nos vale estar preparadas. Ordena que todas las cortinas del gran salón sean cerradas. Te confesaré que más me asusta no volverlo a ver, que el peligro que corre viniendo aquí…

-¡Cómo quisiera no ser una princesa! ¡No estar comprometida! ¡Quisiera ser como él, para vivir exiliada el resto de mis días! Perdería todas mis cosas materiales y, tal vez, hasta el amor de mi padre, pero al menos podría vivir a su lado.

-Lo comprendo perfectamente… Tal vez, lo mejor sería olvidarlo, por el bien de ambas…

Se abrazaron desconsoladamente… No había nada que las salvara. Una destinada a vivir el encierro de su castillo y la tiranía de su padre y otra obligada a casarse con un hombre que no amaba y le duplicaba en edad. Ambas amaban a un hombre que no podía vivir entre los hombres…

-Pero, Agnes. No llores, para ti hay solución…

-¿De qué hablas Mari Ann?

domingo, 16 de mayo de 2010

Amor de azar: Huye.

lobo en el bosque

-¡Márchate ya, Leo! – Gritó Mari Ann dándole un buen golpe a Aurora para que avanzara, mientras el castillo comenzaba a despertar a media noche con la noticia de que uno de los prisioneros había escapado.

El ruido de cascos se acercaba cada vez más y más, el grito ahogado de Mari Ann, hizo a Leo voltear atrás. La habían tomado del cuello de su vestido de lino y forzado sus manos atrás, inmovilizándola. Habría dado media vuelta, de no ser porque su esencia dejaba un rastro de olor a muerte detrás, que 5 hombres montados a caballo parecían perseguir como alentados por el mismo diablo.

Leo, montado en la yegua blanca de Mari Ann, se alejó de aquél pueblo a toda velocidad. Sólo el llegar al bosque lo salvaría de aquél infortunio. Ahí pertenecía.

Siguió el camino y éste se fue haciendo cada vez más estrecho, desmontó, se adentro a lo más profundo del bosque y ato a Aurora a uno d los árboles, mientras sus perseguidores se frenaban ante el imponente bosque, miraban hacia el cielo y retrocedían despavoridos a su hogar. El aullar de los lobos los ahuyentó…

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-Madre, he vuelto.

-No me sorprende, t dije que el pueblo no era lugar para nosotros. ¡Tenías que ser igual que el terco de tu padre! Espero hayas aprendido la lección.

-Mañana partiré de nuevo hacia allá, Mari Ann se ha metido en problemas a expensas de mi.

-¡Jamás aprendes! ¡Olvida esa tonta fantasía Leo! ¡Echarás todos los sacrificios, que he hecho para criarte, a la basura! Además, sabes que nadie le hará daño a esa pobre muchacha. Está protegida por todas las maniobras de su padre.

-¡Pero es que ha hecho algo ilícito al ayudarme a escapar! ¿No lo entiendes madre? Ahora ni el rey podrá ayudarla. Mañana por la noche habrá una fiesta de disfraces en el castillo, me colaré y la traeré a vivir aquí, te guste o no.

-Pues en ese caso, tendrás que buscarte otra vivienda. Ya no eres bienvenido aquí. ¡El rey nos ha confinado a vivir aquí, no permitiré que traigas el enemigo a nuestro hogar! ¿Así piensas pagarle a tu familia?

-No es su culpa lo que su padre nos haya hecho. Y tampoco es su culpa haberse enamorado de un bastardo como yo. Nadie se enterará, he burlado a esos guardias más de veinte veces, y por ella lo haría un centenar más.

-No la obligues a venir aquí, vivirá desgraciada el resto de sus días, maldito egocéntrico.

- ¿Te compadeces de esa muchacha y aún así la llamas el enemigo?

- La compadezco porque es una buena muchacha, su único defecto fue nacer en brazos de ese tirano.

-Entonces, acéptala madre, tienes todo el día de mañana para pensarlo. Me voy a dormir.

-Espero que no logres descansar y te atormente la estupidez que has provocado y estás apunto de engrandecer.

 

To be continued…

sábado, 15 de mayo de 2010

La muerte anda cerca

Vidas inocentes arrebata la muerte,

almas aventureras que se equivocan de lugar,

pero de tiempo no se equivocan,

pues la eternidad los mantendrá atentos, activos, danzantes,

los mantendrá vivos, más que nosotros.

 

El miedo acecha,  el temerario tropieza,

cada paso, cada vuelta,

mira adelante, mira atrás,

porque viene de cualquier parte.

 

¡No avances! ¡No hables!

La muerte anda cerca.

 

Aún así, la vida se atreve a seguir,

amenazante a no detenerse,

ignorante del mal, del miedo,

ignorante de la advertencia.

 

¡No respires! ¡No te muevas!

La muerte anda cerca.

 

Sombra afligida, en caras despreocupadas,

expresión dudosa, en saludos animosos,

¿cuándo acabará esta tortuosa situación?

 

¡No salgas! ¡No te arriesgues!

La muerte anda cerca…

 

 

 

¡FUERA EL NARCO!

¡YA BASTA DE TANTA DECADENCIA!

 

Descansen en paz todas las almas víctimas de la violencia por parte del narcotráfico en la laguna y en todo México…