Llévame al cielo contigo,
quiero ir contigo y regresar,
porque el suelo que piso en el regreso,
será el eterno sueño que atormente mi pesar.
Prisionera de tus besos,
¡qué guardianes tan insomnes!
que me invitan al placer.
Desnudada ante tus ojos,
¡qué radiantes en las noches!
que prohíben mi descanso.
Perseguida incansablemente,
por la sombra del deseo,
de tenerte aquí a mi lado,
tu luz ha de hacerle marchar.
Lo perfecto existe
en la perfección de cada quien,
pero lo perfecto en ti no existe,
pues perfección eres en sí.
Prisionera, desnudada y perseguida,
¡llévame al cielo enseguida!
pues perfección en tus brazos encuentro
aunque no exista, realmente la encuentro.
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