lunes, 5 de enero de 2009

Y me lancé al vacío...






Si la vida nos hubiera permitido estar juntos, otra cosa sería mi sufrimiento, pero al menos este dolor ahogador de esperanzas no lo sería. La razón me obliga a saber que tú jamás fuiste mío. Sin embargo, el vago sueño de nuestra unión que con descaro se presentaba puntualmente cada nochesolitaria me obliga a hacerme esclava del pensamiento de algo que ni pasado, ni presente, ni futuro me ha querido reservar. Tantas veces, a la luz de esta lámpara, te he acunado entre mi pluma y mi cuaderno.














Sueño, que ingrato vuelves a endulzarme para después abandonarme, atormentandome así ante la inclemente realidad, te ruego no abandones mi memoria.















Déjame soñarle una vez más...






















Llévame de vuelta a ese capítulo en que la noche vimos caer y nos bañaba en oscuridad, envolviéndonos eternamente entre sus fríos brazos, que por más que intentaban, no podían helar nuestro calor. Solos, con el sonido del agua cayendo a nuestras espaldas, arrullandonos con su suave canción que tantas veces atrás ha sido testigo de mis infortunios y alegrías.













Mil estrellas iluminaban nuestros rostros aquella noche, pero no había una que deslumbrase tanto como tu dulce sonrisa. Nuestra suave carcajada creada bajo los mismos efectos se hacía una, sola y acompañada. Y mientras el silencio ocupaba nuestro al rededor e iba invadiendo poco a poco nuestro espacio, apagando así las carcajadas, pero aumentando así mismo el regocijo trayendo consigo el miedo y la indecisión, balbuceos entrecortados se apoderaban de mi voz. Callé...y tu hermosa sonrisa giraba a la par de tu rostro desvaneciéndose ante esos prepotentes y carnosos labios convocadores de todo lo que existente y lo que se rehusaba a existir aún. Ansiosos, deslizándose entre la noche, abriéndose paso hasta llegar a la altura de los míos. Entonces ambos cerramos los ojos al mismo tiempo, al mismo son, al mismo ritmo, que nuestro corazón marcaba.










Y me lancé al vacío...














Me lancé confiando en que tus labios me atraparían y me envolverían en el calor que tanto llevaba esperando. Cayendo estaba entre tus brazos, cuando la almohada me atrapó.





Ahora hasta mis sueños me obligan a volver a esta tierra de perdición.







Y espero poder algún día volver a lanzarme al vacío, confiando en que tus labios me atraparán...
















Sólo que esta vez, lo harán, me atraparán...

No hay comentarios: