miércoles, 7 de enero de 2009

Dulce frío desollador de palabras



¡Ay frío desollador de palabras!

Que quema hasta los huesos
y aún así permanece con insaciable sed.

Que invita con desdén a las nubes
a privarnos del sanador calor del sol.

Ese frío que me suele invadir,
cuando de nada me veo rodeada,
y de ti me veo privada.

¡Oh dulce alma del pecado!
¡Oh dulce cuerpo traicionero!
¡Oh dulces palabras al viento!
¡Oh dulce sol madrugador!
¡Oh dulce frío desollador de palabras!
No me abandonen en horas de necesidad,
que lo deseado con el ser,
en necesidad se ve convertido
y en deseo se ve consumado.

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