miércoles, 7 de enero de 2009

¿Será que el frío ya te secó, rosa mía?

¿Será que el frío ya te ha calado en las raíces
y se ha apoderado de tu abanderado color
portador de emociones
y encarcelador de pasiones?

Porque de ti palabras me faltan
y porqués me han sobrado,
pero la razón acertada,
a la vuelta se me ha escapado.

Tu trinar glorioso en mis recuerdos se desvanece, rosa mía.
Ven pronta a refrescarme la memoria.

Esa que guardan las yemas de mis dedos en tu fila de suaves espinas,
esa que guardan mis oídos cazando y atrapando la afloración de tus labios.

Si la calma es más grande que la tempestad sufrida,
espero ansiosa esa calma que tu botón renacedor me va a brindar,
como en horas ya muertas me la ha brindado,
y en horas de muerte espero me la vaya a brindar.

Hace tan poco para tu tiempo en rojo,
pero tanto para las ramas que te sostienen.
que ansiosas esperan el día que te quedarás,
el día que ya no te vayas a marchitar.

Rosa mía, quédate conmigo;
no oscurezcas tus colores,
no bajes tu semblante.
Permíteme un instante,
el placer de saborearte.

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