Me sentí aferrarme al precioso regalo de la vida con todas las fuerzas de mi ser. Sentí que con uñas y dientes escalaba sin parar la empinada montaña frente a mí. Con sangre firmé el pasado y te entrego toda la que dentro de mí quedó.
Inmensos brazos que me acogen,
en ellos me hundo sin dudarlo.
Hermosa vida que me entregan,
de ella me baño y me absorbe.
Cómeme viva, cómeme entera.
Porque al fin puedo decir que valgo la pena.
Y valieron la pena
las noches en vela,
y cayeron en cuenta
al fin de esta tormenta.
Paz busqué
y cuando más la necesité
en ti la encontré.
Dos veces me has rescatado,
del oscuro pasado.
Quédate esta vez,
en mi piel tatuado.
Pues no quieran los días
debilitarme de nuevo
y en extrema agonía
arrancarme de tu regazo.
Dios no quiera arrancarme esta paz,
que he rogado sin parar,
que he esperado sin dudar,
que he encontrado sin pensar.
Quiero entre tus labios perderme,
entre tus brazos enlazarme,
entre tus penas abrazarte,
y jamás el camino a casa encontrar
porque en tu inmenso bosque me escondo del pesar,
a pesar de perderme en tu mirar,
no me pierdo en ese bello lugar.
Sin ti no soy lo que quiero ser,
contigo soy lo que siempre fui,
soy contigo lo que quiero en ti,
somos lo que queramos, sin fin…
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