lunes, 23 de noviembre de 2009

Sonríele al miedo

¿No suelen sentir que hay días que los dolores se magnifican y otros que las alegrías se acrecientan? Tal vez sean hormonas, pero tal vez haya la mínima posibilidad de que sean presentimientos a la magnitud de las situaciones por venir.

Por ejemplo, yo cuando lloro por algo pasado, podría decir que es porque siento tristeza ante el recuerdo del sentimiento sufrido; pero el recuerdo no me atormentaría el corazón si supiese que no hay ni la mínima posibilidad de volver a sentirme así.

Tenemos miedo ante aquello que pudiera causarnos sufrimiento.

Y como todo en esta vida causa sufrimiento, la vida es digna de temer. Sin embargo, hay pocas veces en que tomamos al toro por los cuernos y nos vamos de frente contra lo que venga. Es cuando el miedo se vence.

Volviendo a los sentimientos aumentados en magnitud de lo que son, es fácil para el buen observador notar que el sentimiento ocasionado en una persona es relacionado indirectamente con su precepto de sufrimiento.

Me la he pasado últimamente de chiste en chiste, de broma en broma con mis amigos. Y como dicen por ahí de broma en broma la verdad se asoma :P

Pues me comencé a preguntar porqué los chistes nos causaban risa.

Dice una amiga: “Les quiero contar un chiste, pero está muy tonto.”

Y entre los demás se escucha: “¿Cuándo has escuchado un chiste inteligente?”

Creo que la respuesta es nunca.

Ahí fue cuando comprendí porque los chistes nos causan gracia; pues tan fácil como que son situaciones ajenas a la realidad, absurdas en su totalidad, que en casos muy remotos llegan a convertirse en realidades. Y a la realidad es a lo que le tememos, por ello buscamos consuelo en burlarnos de ésta.

Otro ejemplo, podría ser el famoso Día de Muertos. Donde todos los mexicanos nos encanta alburear, bromear, en otras palabras burlarnos de la muerte. Una vez leí que en México es más alto el porcentaje de personas que le teme a las arañas al porcentaje que le teme a la muerte. (Tal vez deberíamos comenzar a burlarnos de las arañas)

Burlarnos de algo a lo que le tenemos miedo, reírnos de ello en su cara y ante todos los demás. Así el miedo perece ante la carcajada. Pero no mal entiendan miedo perecido por miedo desvanecido; porque por más que riamos al miedo no lo vamos a ahuyentar, pero lo podemos hacer chiquito chiquito, y así no podrá lastimarnos.

A mi parecer, la mejor medicina para el miedo de enfrentar a la vida, ya sea pasado, presente o futuro, es la sonora carcajada. ¡Y vaya que si me conocieran verían porque mi cara no representa temor alguno!

Saludos a mis cuatro lectores, como suele decir el ilustre columnista del Siglo de Torreón, autor de los escritos publicados bajo el título “De Política y Cosas Peores”, Armando Camorra, siendo aquí su servidora una de esos cuatro lectores.

2 comentarios:

LC dijo...

quienes son los otros 3??

Isa MP dijo...

yoo...soy uno mas...jejje
tqmilll ;D